CADA COSA EN SU LUGAR
Fiesta Mayor de Igualada y fin de semana en Barcelona. Cuando
la historia te llama, no puedes hacer otra cosa que rendirte. No serás más
interesante, ni más culto, ni de repente te convertirás en el guía turístico
perfecto, pero si serás más rico. Tendrás lugares que enseñar e historias que
contar. Tendrás a la persona perfecta para cada sitio. Tendrás reservado el
Tibidabo. Sin fecha. Porque da igual cuándo, cómo y porqué. Solo es importante
el quién.
Me he cambiado de ciudad. Si, pero eso es simplificarlo
demasiado.
He mirado a Valladolid de lejos y me ha gustado más. La he
valorado con la distancia, y la he convertido en un refugio al que volver. No
será si será mi sitio, pero lo que si sé es que siempre será EL sitio.
He mirado a Igualada de cerca y me ha gustado antes de
conocerla. No había llegado aquí y ya había visto todas sus calles, sabía lo
que era el REC y había llenado el cielo con sus globos aerostáticos. La Plaza
de Cal Font ya me parecía inmensa y las escaleras mecánicas me llevaban a otro nivel.
He mirado y visto a Barcelona. La he mirado diferente. He
mirado y encontrado. Sin buscar. He visto la historia en cada rincón. He visto
el mar. He visto como “El viento se llevaba una sombra” y he pintado todo de
color. La descubro cada vez un poco, y en cada paso me dejo perder más.
Sigo aprendiendo. Sin prisa pero sin pausa. Disfrutando del
camino, de lo que está por venir. De la historia que está escrita, pero, sobre
todo, de la que está por escribir.