Eres tu familia, tus amores, tus secretos, tus valores.
Eres tus amigos, tus traiciones, tus fracasos, tus decisiones.
Eres tus conocidos, tus aciertos, tus inseguridades, tus
tiempos.
Eres lo que dices, pero sobre todo, lo que haces.
Eres muchas cosas. Te dicen que te pareces a tu padre. O a tu
madre. Pero lo que nadie te dice, es que eres único.
Sólo tú estuviste allí, en ese lugar, con esa gente.
Sólo tú tropezaste con esa piedra, y con la otra, y con la
otra.
Sólo tú te levantaste y sólo tú sabes, de verdad, cuánto
tiempo estuviste en el suelo.
Tú cambiaste y te renovaste. Te convertiste en lo que
quisiste ser. O lo intentaste.
Sólo tú sabes los hechos que te marcaron y los que te
hicieron desmarcarte. Cuando no te entendiste y no te entendieron.
Sólo tú sabes que si eres fiel a ti mismo, ya tienes medio
camino hecho.
Y cuando te entiendas, y te comprendas, y te permitas fallar,
será en ese momento cuando las decepciones dolerán menos, y no serán sorpresas,
sino cosas que se veían venir. Sabrás que hay que saber elegir por quién estás
dispuesto a quemarte y que merece la pena si la distancia no es el olvido.
Sabrás que las etiquetas no aseguran nada y que no etiquetar
es una forma de querer sin cuestionar.
Sabrás distinguir el juego del azar y que no puedes atrapar
la suerte para siempre. Sabrás hacerte fuerte para cuando andes con el viento
en contra.
Sabrás que has tomado las riendas y que saber porque camino
te fuiste, es la única forma de saber porque camino no debes volver.