Soy
“El Jerte en Chanclas” tiene muchos porqués, así que vamos
con el segundo. Porque sin Jerte no hubiera habido chanclas, sin los vitorianos
no hubiera habido Jerte, sin ella no conocería a los vitorianos y sin la Ruta
Quetzal dudo que ella y yo nos hubiéramos conocido; incluso dudo de que alguna
vez nos hubiéramos llevado bien.
Ruta Quetzal.
Depende de con quién hables, necesita todas las explicaciones
o no necesita ninguna. Puedes conocerlo y desconocerlo. Puedes hacerte una idea
puedes desear haber ido, pero la realidad es que si no has formado parte de
ello, es como intentar escribir sobre Brasil sin haber ido nunca.
Viaje iniciático y cultural dirigido a jóvenes de entre 15 y
17 años que pretende acercar España y América del Sur a través de la
convivencia de 350 personas de 50 países diferentes.
Hasta ahí la parte objetiva. La explicación corta que se
queda muy corta. Pero mes y medio no se puede resumir en un párrafo.
Fui llena de miedos y volví sabiendo que el miedo no era una
opción. O sí, pero no una excusa. Viví y me quejé a partes iguales. Me sentí
privilegiada y a ratos no lo valoré. No me perdí ni tampoco me encontré. No hui
de ningún sitio ni luego volví con más fuerza. No pensé que lo necesitara hasta
que, en algún momento, se volvió imprescindible.
Soy Ruta. Me mojé, lloré y me quemé.
Soy de los que preguntaron “¿cuánto queda?” y “poco” eran
tres horas.
Soy Ruta. Me caí y me levanté. Tuve calor y sed.
Soy de los que cantaron bajo la lluvia, de los que se
levantaron a las cinco de la mañana e hicieron aeróbic frente al mar.
Soy Ruta. Tuve le mundo en la mano y la vida en una mochila.
Soy de los que lloraron la muerte de Miguel de la
Quadra-Salcedo, de los que sintieron que un pedacito suyo se iba con él y de
los que piensan que el show debe continuar.
Soy Ruta. Aprendí que el no es no, que el fracaso es parte
del aprendizaje y que, a veces, se está más guapo callado.
Soy de los que rieron y comprendieron que la risa suena mejor
cuando es auténtica, que los desayunos saben mejor cuando tienes hambre y que
estar rodeado de gente no te garantiza estar acompañado.
Soy Ruta. Piso fuerte, dejo huello y calzo unas Panama Jack. Me
queda bien el verde y llevo mangas largas en verano.
Soy de los que durmieron bajo las estrellas, se empacharon en
el Guggenheim y de los que no tuvieron fronteras.
Soy Ruta y formo parte de algo importante. Tengo amigos que
me conocen mejor que yo mismo. Tengo responsabilidad. Tengo recuerdos mientras
tenga memoria.
Soy de los que volvieron a casa con moho en la capa, suciedad
en la ropa, oliendo a tigre y pidiendo permiso para abrir una puerta. Soy de
los que volvieron reeducados, inconformistas y agradecidos. Sin perjuicios,
valientes y cambiados. Soy de los que se reinventaron y terminaron siendo una
mejor versión de sí mismos.
Soy Ruta. Subí un volcán y lo bajé rodando. Busqué al caracol
púrpura y no lo encontré. Me duché vestida y no me aclaré el pelo. Vestí igual
que todos, pero me sentí especial.
Soy de los durmieron y comieron a deshoras, soñaron
despiertos y vivieron dormidos. Ganaron la partida al cansancio y siempre
pudieron un poco más. Soy de los que dijeron “no puedo” y nunca se lo
aplicaron.
En definitiva, SOY RUTA.