La mitad
del todo
El “Jerte
en Chanclas” porque podía haberme dado la vuelta y no lo hice. Podía haber
esperado sentada a que el trabajo viniera a buscarme. Podía no cumplir las
promesas que hago. Podía dejar las cosas a medias, pero prefiero llegar al
final.
Dejo
cosas a la mitad. Como todos. Pocas, eso sí.
Tengo un
jersey empezado que nunca terminaré. Porque pierdo la paciencia. Porque no se
dar puntadas sin hilo. Porque soy zurda y no sé ser diestra.
Tengo historias
empezadas. Con gente. Que no tengo muy claro en qué punto están. Supongo que
terminadas. O cerradas en falso. O mal empezadas. A la mitad, eso seguro.
Tengo libros
por leer que no se si terminaré algún día. Ese perfume se me hace demasiado
denso, Nancy debe seguir escribiendo su diario, y a saber dónde están las
cenizas de Ángela.
Tengo en
el cajón conversaciones, frases inacabadas y cafés que se enfriarán antes de
que me los tome. Quiero decir muchas cosas y que se entiendan mis silencios. O por
lo menos, se respeten.
Tengo un
proyecto de libro. A la mitad. Sin título. Sin final. No tiene nombre porque no
he visto ninguno tan claro como el de este blog. No termina de ninguna forma
porque para ello tendría que saber cómo termina la historia de la protagonista
que, en definitiva, es la mía.
Tengo
ganas de compartir con vosotros a Julia. Poco, muy poco. Un trozo. Porque ella
también deja las cosas a medias, porque es humana.
“Ya
lo sabía. Le gustaba esa sensación de haber dado en el clavo. Sin embargo el
clavo estaba un poco más a la izquierda. Era un principio. Sonrío. En esos
momentos se creía importante. Al momento
se acordó de Marcos. Volvió a sonreír. Sin buscarlo lo encuentras. Perfecto,
maduro, en definitiva, PARA TI.. pero con un pasado. Sí, como todos. A todos le
persigue. ¿Querías un defecto? Pues ahí lo tienes. Sin saber porqué, pensó en
aquel día. En el que había salido corriendo. En el que pensó que era el final,
ignorando que, sin embargo, era el principio….”
“…Por
supuesto que no era perfecta. Eso estaba claro. Quizás no era cuestión de
cambiar, sino de ser la misma Julia de siempre. No, eso no. No servía. Si eres
la misma Julia de siempre, pierdes a Marcos; si eres otra, pierdes a tus
amigos. Demasiado complicado. ¿Término medio? No hay. Sé tú misma. ¿Cuál de
todas? ¿Y si me pongo mechas? ¿Para qué? ¿Para parecer alguien que no eres?
¿Para justificar tu tontería perenne? Definitivamente, el sábado voy a la
peluquería. Sin motivos, porque sí. Para ser rubia. Solo eso…”
Dejo cosas a la mitad. Si. Y este libro es muestra de ello,
pero si no se dejaran cosas a la mitad no estaríamos vivos. No entenderíamos
que las mayores casualidades son las que más te atrapan y que todos, en algún
momento, hemos tenido la sensación de que nos dejaron escapar.
Todos hemos buscado sin encontrar y hemos encontrado sin
buscar.
Todos hemos tenido peleas que nunca entendimos y que nunca
hablamos.
Todos dudamos de cuándo poner punto y final, y lo pusimos
demasiado tarde.
Todos sentimos un beso o un abrazo que nunca dimos.
Todos dejamos cosas a la mitad. Y así debe ser.